martes, 19 de marzo de 2013

CAMINO CON SORPRESAS (3)


















cuento de seis capítulos

                                   CAPÍTULO TRES



Cuando las aguas iban bajando y el gran pantano se estaba terminando, a pesar de las cortas paradas para picar algo y beber un poco de agua, ya me estaba chillando el bagre de nuevo, a lo que se sumaba el cansancio. Me iba dando cuenta que si no me detenía algún tiempo mas prolongado y comía algo mas consistente, iba a desfallecer. Por lo que me decidí a extender la lona -para que no permitiera pasar la humedad- y apoyando la espalda sobre un grueso álamo plateado  me dispuse a comer dos regios sandwiches de mortadela y queso, acompañados de casi media cantimplora de agua, además de unos sorbos de licor de café, de ese que  hace creer que te da fuerzas pero que es bien recibido por el cuerpo.

Me incorporé lo antes posible para no enfriarme y no entumecerme, y para levantar el ánimo me puse a canturrear mientras recordaba como era que inicié mis primeras experiencias de campamentero, época en que tenía solamente doce años. Para distraerme comencé a contar uno a uno, los viajes y caminatas que había hecho desde entonces y cuando terminé con ello, comencé a recordar las distintas comidas mas divertidas que tuve que preparar en esas ocasiones; como aquella de los bocadillos fritos en cuya masa con harina y verduras se habían metido hormigas coloradas y que nadie se dio cuenta y a todos les parecieron riquísimos. O aquella vez en que mi hermano mayor preparó un muy buen guiso con el agua en que uno de nosotros se había lavado los pies, de lo que cuando nos dimos cuenta ya era tarde para comentarlo.

Justamente cuando estaba recordando en que me habían enseñado que en los viajes siempre podría haber un imprevisto y que había que tomarlo sin desesperar y con alegría, como se debe encarar a la vida misma, decía en voz baja como si estuviese  alguien conmigo. Me desperté a la realidad notando que estaba oscureciendo muy rápido porque el sol se iba escondiendo y las nubes tormentosas lo ayudaban en ello. Noté que ameritaba una decisión rápida, pero tuve suerte y encontré una lomada entre dos rocas enormes, encendí una fogata para protegerme del frío y los bichos o alimañas que pudieran haber. El lugar parecía hecho para mi, pero no debía ser tan egocéntrico y noté que habían huellas de presencia humana muy reciente. Calenté una sopa enlatada, las que a pesar de ser algo insípidas, sirven para estas ocasiones en las que es mejor no cocinar y necesitas de algo caliente.Luego de comer dos barras de chocolate abrigué el suelo por debajo y metido en la bolsa de dormir  me quedé dormido muy profundo...a pesar de que me costó hacerlo porque tuve la sensación de escuchar pisadas al mismo tiempo en que hubo momentos en que la lluvia  mojaba un poco mi humanidad a pesar de los dos peñascos protectores.
Creo que el sueño me dominó recién cuando dejó de llover, pero no recuerdo claramente esta parte porque estaba muy cansado.

Desperté muy temprano con el salpicar de unas gotitas de agua que tiraba una vertiente cuyo origen no pude descubrir, aunque la aproveché para beber abundantemente, lavarme y reponer el agua en las cantimploras.
 Finalmente, como me enseñaron a ser  prolijo en situaciones como éstas, hice un pozo para mis necesidades  y lo tapé nuevamente, para poder retomar el camino, sin dejar de borrar todo rastro y apagar el fuego convenientemente...

4 comentarios:

  1. Aqui estamos compartiendo sus vicicitudes.

    Cariños

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  2. Un relato ameno, esperaré los siguientes capítulos.

    Saludos cariñosos Lao.

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  3. Lao, tus hormigas me recuerdan una ocasión, de visita en la casa de mis ex suegros, habíamos dejando sobre la mesa de la cocina un paquete de facturas y nos fuimos a saludar al living, charlamos un rato y cuando volvimos el paquete estaba negro por fuera y adentro caminando algunas "amiguitas" Mi suegro, con gran presencia de ánimo sacudió las facturas una a una, las colocó en una bandeja y las llevó sin comentarios a la mesa del comedor, sigo tu relato, un abrazo!

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  4. Aia! Las cosas que se suelen comer en estas ocasiones! A veces ni preguntar! La vida en un ámbito tan agreste, no es para cualquiera, sin dudas, hay que sentir una atracción muy grande por la aventura y vivir experiencias nuevas.
    Esperemos que los rastros sigan allí para el regreso...

    Gaby*

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