martes, 25 de septiembre de 2012

AVENTURAS Y DESVENTURAS DE GREGORIO (capítulo dos)

La realidad de las cosas es que conocí a Don Gregorio mucho tiempo después de su juventud y que tomé contacto con el cuando había pasado un montón de tiempo.Sin embargo nació entre ambos mas que una amistad, un vínculo lindante con lo sagrado; ya que a partir de entonces, se constituyó en un referente casi esencial para mi vida y justamente cuando menos lo esperaba, y en cierto modo mas lo necesitaba.

El era ya un anciano de unos noventa años y yo andaba por los veintiocho,  tenía mi familia armada con  tres hijos y el trabajo bastante organizado; pero me encantaba visitarlo, por lo que lo hacía muy seguido.

Había quedado solo en la vida y me concedió el privilegio de preparar los mates amargos de la manera que me había enseñado. La pava tiznada sobre fuego muy lento y bajito, sacudir la yerba dentro del mate calabaza para que se acomode y luego golpearlo suavemente sobre la palma de la mano para que ésta se pueda asentar, y, con un poquito de agua apenas tibia, aplastarla hacia un lateral con la bombilla cucharita, mientras que  con el dedo índice controlarle la temperatura de aquella hasta lograr el punto adecuado como para iniciar la cebada.Manteniéndole el sabor justo, cambiando aquella de lugar a medida que fuese necesario. Daría cualquier cosa por volver a vivir esos rituales compartidos con Don Gregorio.

El mate, unas galletas con un poco de queso y miel y sus largas historias de juventud que gustaba de contarme durante un buen rato hasta que se cansaba, algunas de las cuales trataré de transcribir de la manera mas prolija  y en cuanto me vaya siendo posible.

Como todo buen anciano tenía sus costumbres arraigadas con un ritual casi religioso diría. Se levantaba muy temprano, comía unas naranjas y algún que otro complemento para estar bien alimentado. Le tiraba todas las mañanas, migas de pan a los pájaros, por lo que su patio siempre  estaba lleno de ellos, con quienes se sentía acompañado, sumado al perfume de las flores que cuidaba diariamente.

Quiero contarte entonces que aquel joven soñador y despierto, fue con el tiempo una persona sabia y apacible, que sabía mucho  sobre el valor del tiempo y de las pequeñas grandes cosas que nos suele regalar la vida.

Junto con el mate, me acostumbraba a sentar frente a el para que me contase sus jugosas historias, de lo cual  no me cansaba aunque las repitiera porque siempre les encontraba nuevos detalles.
                           ...... Además de haber tenido el privilegio de ser la única persona en quien delegó la mateada, tuve entre otros, el regalo de ayudarlo con su huerta adonde ya no podía agacharse tanto y de subir al techo de su sencilla casa, para arreglar lo que hiciera falta, ya que no tenía, sinceramente, confianza en algún otro para que lo pudiera hacer como el quería.

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Tal vez porque su padre había sido farmacéutico, se le despertó la curiosidad de investigar a fondo sobre las plantas medicinales y, particularmente sobre la homeopatía. De lo cual, hasta tal punto sabía, que a un médico de la especialidad, lo he visto, que muchas veces lo iba a ver para hacerle consultas sobre el tema. Pero Don Gregorio tenía la sencillez y humildad de los sabios, compartía con generosidad sus conocimientos y conclusiones.

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Hablaba poco, pero era dócil a la interlocución. Pero eso si, no era de gastar palabras inutilmente. Inspiraba en mi, entonces un  gran respeto. Era de esas personas cuyos silencios eran muy elocuentes .

A la puerta de su casa se acercaban los chicos del barrio con cariño y hasta había un perrito que lo visitaba todos los días.

En su mirada se notaba que viajaba lejos con su pensamiento. Tal vez andaba por sus tiempos de juventud o con seguridad extrañaba a su compañera perdida. Creo que también había logrado tener una profunda manera de entender la vida.

En ocasiones tomaba la guitarra, pero eso lo hacía estando solo. Me daba cuenta de ello porque la veía muchas veces  afuera del armario.

Ataré cabos sueltos y te iré contando de  a poco y en la medida que logre armar algunas de  las historias, sobre las cuales no te quiero  aburrir. Dame tiempo, que te estoy compartiendo un tesoro. Teneme paciencia.


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Una de las cosas que impactaba a mi atención, era que cuando vivía su esposa y algún chiquito pobre llamaba a la puerta. Ponían tanto amor en prepararle un sandwich y se lo  daban sin hacer ningún protocolo y con tanta sencillez que, magicamente el nenito se iba transformado y pleno de felicidad.

La casa era sencilla y ordenada. Eran pobres pero nunca les faltaba nada. Cuando se producía silencio, por alguna razón misteriosa sentía pasar los fantasmas de una extensa y muy nutrida historia....


NOTA (si tenés otro ratito y no lo hiciste, te sugiero que leas el capítulo anterior)


                                                                      

martes, 18 de septiembre de 2012

AVENTURAS Y DESVENTURAS DE GREGORIO (cuento)


Había sido un pibe criado en una de esas familias de apellido. Su mamá era directora de una escuela  y su papá farmacéutico.
Nació en los mil novecientos y pico y en consecuencia experimentó novedades increibles como la aparición de los primeros aviones. Sus padres, de un origen con fuerte raigambre, tenían destacada posición social.
Pero, era mas la imagen que otra cosa, ya que no les sobraba el dinero y eran muchos hermanos.
Gregorio resultó ser un buen hijo, colaboraba en todo lo que podía y al mismo tiempo que estudiaba, ayudaba con los quehaceres domésticos y también de vez en cuando, conseguía alguna changa para aliviar el presupuesto.

Mientras crecía y maduraba, alimentaba planes personales, entre los cuales se le había formado la idea de emanciparse para no ser una carga. Con su mente recorría largas distancias y soñaba aventuras tanto dormido como despierto.

En aquéllos tiempos el cuidado de la imagen familiar estaba muy ligado al estilo de vida, lo cual se custodiaba al detalle.

Por distintos factores que se sumaron, hizo que se forjara en su personalidad un espíritu aventurero y el deseo de probarse a sí mismo en su capacidad de arreglarse por su cuenta. Espíritu que en esos épocas y ambientes no cualquiera podía darse el lujo de tener. Había que ser muy temperamental y particular. A tal punto que las pocas veces que intentó compartir sus planes, sus amigos y hermanos se reían y se veía a las claras que no lo entendían, ni se interesaban en hacerlo. En realidad ésto le provocaba una indignación que no sacaba a relucir guardándose sus ideas  adentro suyo.

Sus padres, aunque no entendía muy bien porqué, desde hacía mucho  que discutían  por cualquier cosa y sus hermanos entonces, callejeaban todo el dia y a ninguno se le daba por trabajar, a gatas estudiaban para salir del paso; al contrario de Gregorio que además de cumplir con la escuela, siempre estaba ganando un peso por su propia iniciativa, pero hay que tener en cuenta que su madre le exigía la mitad de lo que ganaba  aunque el la ayudaba gustoso.Pero, a pesar de ello, tenía un libro que había ahuecado como una caja, para guardar sus ahorros sin que nadie lo notara. Las peleas matrimoniales parecía ser  el factor que hacía que su papá regresara aparentemente de sus labores  cada vez mas tarde y que su mamá los fines de semana se ausentara largas horas sin mediar ningún tipo de explicación.

Gregorio era un tipo sano mentalmente y jamás se atrevió a opinar sobre sus padres. Pero igualmente se encontraba triste por la vida que llevaban, ya que la familia estaba cada vez mas desorganizada y sus hermanos hacían lo que querían y salían para cualquier lado sin comentar nada. Era evidente que ya no había autoridad que les pusiera límites.Hay muchos detalles que serían muy largos de mencionar, pero si piensas un poco, podrás imaginarte las cosas que van sucediendo cuando se lleva una vida así. Se podría decir que, casi era preferible que no hubiesen encuentros en la mesa  familiar, porque el clima siempre daba para discusiones. Pero la verdad era que, resultaba triste pensarlo así.


La situación se sumó a sus sueños y alimentó aún mas su idea de alejarse y vivir por sus propios medios sin tener que rendirle cuentas a nadie. El único asunto que le jugaba en contra era el hecho de que llevaba una vida de traje y corbata y zapatos lustrosos, por decirlo de algún modo; la etiqueta de su estilo se contradecía con sus planes, a lo cual, con su temperamento innovador, le aderezaba mejor sabor y estímulo para que sus planes de fantasía se convirtiesen en realidad.

Pasaron unos pocos meses en que terminó cuarto año del secundario y fue en esa ocasión, que sin mediar ningún tipo de consulta con sus padres, hermanos o amigos, armó un bolso tubular, de lona fuerte y color blanco de estilo marinero, con toda su  ropa menos los trajes y las corbatas, su libreta de anotaciones, algo de comida que su mamá y hermana mayor le prepararon con una tácita actitud de afecto y comprensión. Y, sin  muchas palabras las despidió desde la puerta de la casa partiendo muy decidido y sin mirar para atrás, en un colectivo que lo llevaría hacia el puerto de Buenos Aires; desde donde a eso de la tardecita con las monedas que había ido juntando desde hacía bastante tiempo, logró viajar en una barcaza, en la que para gastar menos, lo contrataron de cocinero para poder  ahorrarse la comida y otros gastos, hasta el Puerto de Montevideo.

Había que tener en cuenta que el muchacho de agradable estampa y modo educado de tratar y expresarse, lograba que lo recibieran bien en todos lados. Con ese mismo estilo reflejaba la seguridad en si mismo que le concedieron sus genes y tradiciones heredadas por los padres, de los padres, de sus padres.Lo cual le aportaba un sello de distinción que no podía disimular aunque quisiera. Ello le permitía al mismo tiempo ocultar sus temores ante un cambio tan importante de situación y ambiente. Por otra parte, como cada cual cosecha lo que siembra y Gregorio siempre se habia portado bien, obtuvo buenos frutos entonces.

El hecho de no haber terminado el colegio secundario, no le restaba mucho en aquellos entonces, ya que solamente con haber terminado cuarto año, mas sus características personales, hacía que fuera visto como bien escalafonado socialmente y la gente sencilla lo veía como "sabedor", "léido" o "dotor", le abriría puertas entonces; y Gregorio, sin ánimo de especular, era bien consciente de esa ventaja aparente. Pero, su plan era recomenzar desde abajo superando miedos y vergüenzas para el desconocidas.


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Emprendió entonces un largo viaje en carreta hasta llegar a la tranquera principal de una estancia de Paysandú, donde armándose de coraje hizo sonar muy fuerte el cencerro que había colgado en ella como campana, con insistencia y  durante un rato, hasta que vió aparecer la manada de perros del establecimiento,  corriendo directamente hacia el, con apariencia de morderlo. Pero  inmediatamente y por instinto, se dio cuenta que quedándose del lado de afuera no le sucedería nada.

Pasó mucho rato esperando sentado sobre un tronco de árbol caido ante la mirada fija de los canes, echados  del lado de adentro y sin apartarse la vista mutuamente.A Gregorio y a los perros los vencía el sueño . Aunque a éste, debido su joven edad de dieciséis años, se le sumaba en consecuencia, el hambre que se hacía escuchar con los ruidos de su estómago. Y precisamente en el momento en que Morfeo ya lo tenía en sus manos, arropado con una manta que llevaba en el bolso, se despertó de golpe con los resoplidos de un gran caballo que se plantó a su lado, montado por un rústico jinete que portaba un gran sombrero y un bigote tan grande que no le envidiaba nada al primero. 

"Sombrero y mostacho", lo bautizó enseguida en silencio y con humor como para superar el miedo que sentía, estrepitó con una gruesa voz la exclamación de "¿qué andás buscando muchacho?" sin apartarle en ningún momento una mirada fuerte e inquisidora.
Gregorio pegó un salto como colimba ante el sargento y sacudiéndose los pastos como queriendo agarrar la seguridad que se le había escapado, le  respondió sin poder disimular su tono citadino que...."¡ando buscando trabajo, techo y comida señor!".Inmediatamente tomó conciencia de que su respuesta, influenciada por cierto temor inevitable, había sido de una especie de estilo militaresco, pero bueno, ya está, pensó, salió como tendría que ser.

Resultó ser que, sombrero y bigotes era un bonachón que inmediatamente lo trasladó en el anca hasta el casco de la estancia y lo presentó ante el dueño diciéndole que "este joven anda buscando conchabo y refugio pachoncito"

Ya era muy de noche, pero pudo comer un abundante puchero aún calentito,  que siempre suelen tener en esos lugares sobre el fuego casi apagado de la cocina a leña. Eso hizo sentado en el suelo del granero donde luego se quedó profundamente dormido hasta que cantó el gallo y le caminaran algunos pollitos por encima, aunque tuvo que limpiarse con un papel que había  por ahí, algún que otro regalito que éstos le hicieron sobre la cara y la ropa. Lo cual, sumado al trinar de los pajaritos que abundaban, le dispuso buen carácter como para iniciar una nueva vida.

 Ni por asomo se  podía imaginar el cambio profundo que se estaba por producir en el estilo al que hasta ahora estaba acostumbrado. 



Sombrero y  bigotes, al que luego supo que le decían El Gringo, ordenó a un peón de patio a la mañana temprano, que le diese casi una jarra de leche tibia. y un pan con chicharrones, suficientemente  grande como para llenar la panza de un pibe joven en pleno crecimiento.
Inmediatamente le proveyó de bombacha de campo, boina, cuchillo con vaina y otros enseres convenientes. ¡Hasta un poncho le  dio!
Luego le entregó en sus manos un caballo tobiano de esos que son caderones y algo petizos,  pero fuertes y nobles, haciendo que lo ensillaran al estilo campestre, con ayuda por esta vez. Demostrando sabiduría y tolerancia para con un joven que se notaba bien que era de la ciudad, que en adelante, se haría inseparable con ese animal.
Por suerte había aprendido a montar bastante bien, pero a la manera  del elegante club hípico donde había gustado de concurrir. Pero aprobó fácilmente el tácito examen que El Gringo y la peonada le estaban tomando sin hablar.

Los peones eran de diferentes edades y costumbres, algunos mayores y otros menores que el. Pero, dado su simpatía y el reirse por su cuenta de sus propios errores, hizo que se ganara rápidamente el afecto y apoyo de sus compañeros. Hasta aprendió a cebar mate amargo y a comer asado con cuchillo y pan en mano.Había que tener en cuenta que estaba criado en casa de te y tetera sobre una mesa de mantel bordado a mano.

No pasó una semana que se hizo amigo de todos.

Aprendió a cabalgar largas distancias, enlazar terneras y novillos y todo tipo de tarea que pueda llamarse de campo. Lo que mas le gustaba era arrear y correr con el viento. Como tenía facilidad, frecuentemente cocinaba para todo el grupo. Y, especialmente por las noches para disfrazar la nostalgia, tomaba una guitarra que había encontrado tirada en el granero, resultando que había sido de un hijo del patrón que se había ido y no regresado; lo cual hizo que éste viera con buenos ojos que la utilizara, haciéndose por su cuenta, la fantasía de que era su propio hijo el que le sacaba lustre musical. Ocasiones en que alguno de los peones solíanse arrimar para berrear alguna zamba triste mayormente; pero ello los unía en la adoración mágica del fuego como suele suceder. Pero eso si, el patrón no les permitía tomar vino, ni ginebra, ni lo que se le pareciese. Entonces hacían ronda con el cimarrón. Lo que era seguro, es que en esas ocasiones los perros se le  tiraban alrededor para escucharlo. Es que para ellos, ya era parte de la manada.



Que gente buena, pensaba Gregorio, buena y sencilla. Sin apreciar que lo querían porque en el fondo de su corazón, también era como uno de ellos, los que a su vez tenían la profunda  sabiduría de las personas simples, que no necesitan pensar para conocerte.



Con el tiempo se fue dando cuenta de que las personas nos parecemos unos a otros, mucho mas de lo que creemos parecernos.



Habían transcurrido unos seis meses, pero sentía como que hubiera estado varios años en la estancia de Paysandú.



"Ya  sos todo un hombre" imaginaba que sus padres   le dirían tomados del brazo y contentos, pero bien sabía que no era tan así.

Había desarrollado destreza para el trabajo de campo y se sentía tan seguro como nunca lo había experimentado. Su cara estaba curtida y sus manos tenían callos maduros



De un día para otro, así como así, movido por su espíritu aventurero y deseo de buscar independencia y un "no se bien que" tomó la  decisión de abandonar la estancia para seguir otros rumbos.
Como pago por sus servicios le dieron bastante dinero, el tobiano, la guitarra, la boina, la bombacha y le proveyeron de todo el equipamiento conveniente como para seguir viaje. Al mismo tiempo que llevaba una botella de barro con agua, yerba y algunos panes con chicharrones que tanto le habían gustado.


Algunos abrazos y pocas palabras fueron la despedida. Lo que mas le sorprendió es que El Gringo o Sombrero y Bigotes, lo acompañó hasta la tranquera con otros dos peones y los perros,  y así nomás le "echó su bendición en la frente"; ésto lo hizo temblar de emoción y lo dejó marcado para toda su vida.


Orientado por el sol y la humedad de los árboles supo rumbear hacia el sur llegando hasta el mar donde logró que en un rudimentario barco pesquero ruso o algo así, lo dejaran ir hacia la otra orilla, como de regreso, con el caballo incluido, a cambio de trabajar en la cocina como ya se le había hecho  costumbre...


No te voy a negar  que el deseo de encontrarse con su familia nuevamente para lograr  lo que resultaba ser un sueño permanecía en su cabeza; pero algo le decía que todavía no era el tiempo para ello. Tal vez pasarían muchos días mas, o años quizás. Tenía la certeza de que al menos por el momento o por un largo tiempo, debía recorrer nuevos lugares y encontrar otras personas y aventuras y respuestas que estaba necesitando. Pero, antes que nada, prevalecía en su persona el firme deseo de arreglarse por su cuenta.

sábado, 15 de septiembre de 2012

SUSTANCIA

TODOS DECIMOS QUE LA VIDA ES HOY, PRECISAMENTE ESTE INSTANTE. NO CORRAMOS ENTONCES PARA NO DESPERDICIARLA.

los pensamientos, cuanto mas simples, mas elocuentes. No requieren análisis complejos. La verdad se impone sola.

                                      Gracias por visitarme.  LAO PAUNERO

jueves, 6 de septiembre de 2012

BUENOS VECINOS

Las casas estaban comunicadas a través de los alambrados, no habían muros. Podría decirse entonces que "no habían fronteras".
Lo común era que los vecinos se saludaban y hablaban desde una vivienda a la otra. 
Los chicos nos prestábamos juguetes y nos pasábamos fácilmente de un lado al otro con toda confianza, pero con respeto, para divertirnos.
Incluso los mayores cuidaban de los hijos del otro sin mayor dificultad.

Era muy natural prestarse una taza con azúcar o lo que fuera. También se intercambiaban huevos de pollo por huevos de pato para incubar.
Se compartía la fruta y verdura que cada uno cultivaba.
Éramos como una gran familia.



¿Y el chusmerío?   El chusmerío era el control social natural de aquellos tiempos. Las viejitas y las no tan viejitas se reunían a conversar en las esquinas y mientras tanto "bichaban" pasar a las chicas y a las no tan chicas, y a los chicos y a los no tan chicos. Se hacían las que no, pero no se les pasaba por alto ningún detalle.

Eso si, para hacer una travesura no tan traviesa, tenías que ser muy hábil y tener un compinche.





Cuando llegaron las primeras heladeras las señoras las hacían colocar cerca de la ventana de adelante para que pudieran verse desde afuera y así las vecinas podían envidiar con comodidad.

Junto a la ostentación nació el consumo cada vez mas desmedido y luego el camino aparentemente fácil del crédito y las "cómodas cuotas" se promocionaban por todos los medios de comunicación de los que se disponía.
Recuerdo que "mi viejo" decía ¿quien dijo que las cómodas cuotas son cómodas?. Éstas fueron los ancestros de lo que hoy son las tarjetas de crédito.




Hoy los chicos de diez años reclaman a sus padres, o especulan con la disfrazada "bondad" de sus tíos o abuelos entre otras cosas, para que les compren por ejemplo un celular de última generación, para poder "cancherear" ante sus amigos, que mas que amigos vendrían a ser competidores.

¿Que podemos esperar? , si sus bisabuelas ponían la heladera junto a la ventana principal para poder despertarles envidia en sus vecinas amigas, llámense también competidoras.

Es muy lógico entonces que actualmente, las economías se escapen de las manos de los gobiernos, los cuales uno no tiene bien claro si entre ellos hay una buena relación de vecinos cuando vemos a los funcionarios abrazarse unos con otros. Cuando por detrás los grandes capitales los mueven a su antojo como fichas de ajedrez.