martes, 17 de enero de 2012

EL HORMIGUEO

Lo llamaban Orate Frater o también El Hermano Loco. Había nacido en una gran familia donde todos parecían muy cuerdos pero no concordaba con ella.
Desde chico no coincidían sus pensamientos. Y alguna que otra vez lo llamaban necio o cabeza dura porque  no podía cambiar su posición, eso lo superaba.
Si lograba expresarse,  generaba una discusión familiar lo cual no le gustaba para nada.
Generalmente cuando su madre lo reprendía , se bloqueaba su mente y se olvidaba por completo de que se trataba el debate.
A todo ésto, se sumaba bastante hostilidad sobre todo con el, en el ambiente familiar.
Era pacífico, solamente que lo único que hacía era ser consecuente con lo que pensaba y sentía sin ningún ánimo de provocar peleas.




Con el tiempo se fue aislando dentro de si mismo y comenzó a volcarse a la naturaleza donde su mente y corazón volaban , produciéndole una sensación de bienestar.
Imaginaba historias increibles de monstruos marinos salidos de los árboles, bellas hadas que venían de las blancas nubes y  vuelos fantásticos que lo transportaban mas allá de los cielos visibles y viajes submarinos en lo mas profundo del mar por debajo del pasto verde.


Acostumbraba mirar a las hormigas con gran curiosidad y, a tal punto, que le parecía como que era una de ellas, y que con ellas iba.


Y así fue que con frecuencia se perdía en un sueño donde iba con las hormigas en medio de la selva. Rodeado de monos aullantes, víboras traicioneras y mosquitos picantes.
Cocodrilos gigantes y manadas de elefantes. Leones enormes y tigres desafiantes. Fieras enfurecidas amenazantes.


El hermano loco llevaba un sombrero puntudo y una caña con un banderín rojo para que las demás lo vieran y siguieran sus pasos.  Era el encargado de conducirlas. Si miraba para atrás no se veía el final de la fila de tan larga que era.


Agitaban las manos y golpeaban palos entre si para no sentir el miedo que les provocaba la selva.


Cuando se oscurecía encendían muchas fogatas y se sentaban en círculos donde charlaban frotándose las palmas y contaban chistes e historias. Luego comían y se dormían.


Pero Orate se cortaba solo. Tenía su propia fogata donde comía y hablaba . Lo extraño es que  se hacía preguntas y se las contestaba. En ocasiones  discutía como si tratase con un tercero.
Hasta que se quedaba dormido. Pero eso si, con un ojo abierto para cuidar de las demás. Asumía así su función. Que no se sabía bien si se la había otorgado el o las hormigas.


Lo concreto es que el Loco era el jefe y todos lo aceptaban como tal.


Hubo varias veces en que se lo vio llorar junto al fuego pero no le preguntaban nada, ya que preferían verlo fuerte y seguro.
Era mas fácil así, porque de esa manera lo necesitaban.


Tampoco nunca se lo vio reir o cantar....










Una vez estando en medio de uno de estos sueños, pasó que fueron entrando en un pozo -Frater iba adelante por supuesto- que terminó siendo una cueva enorme, con pasillos larguísimos y laberintos sin final. A tal punto que era imposible encontrar el camino de regreso.
Fue allí mismo que se sorprendieron frente a otros tantos de miles de hormigas carnívoras de color rojo, y, como ellas eran vegetalíboras de color negro, resultaron incompatibles.
Entonces aparentemente, en esa cueva no podrían convivir.


Entonces estaba por armarse un gran combate, donde las carnívoras evidentemente se comerías a las negras, desde las mas viejas,hasta las adultas, las jóvenes, las mas chicas,  las larvas y los huevos.


Fue así que nació la política, la negociación y la persuación. Orate tuvo que cambiar su modo de ser y aprender a desempeñarse en esos ámbitos.


Se mantuvo una larga conferencia con el jefe de las coloradas que a pesar de ser mas extrovertidas y charlatanas, tuvo que prestar atención a lo que el Hermano Loco les proponía. Entonces éste necesitó aprender a conferenciar y utilizar la lógica persuasiva.
Como era inteligente y observador, descubrió que el comer carne hacía que las rojas fueran mas comunicativas al mismo tiempo que, enérgicas y agresivas. Y a ellas, comer solamente vegetales  les producía debilidad en el carácter pero eran pacifistas, para nada violentas y nunca se relamían cuando veían pasar al enemigo.


Convenció al jefe colorado de que habían para su grupo solamente dos alternativas lógicas. O buscar la forma de aprender las costumbres los unos de los otros para llegar a convivir lo mas armoniosamente posible. O bien, comerse a todas las hormigas negras, desde las mas viejas, hasta las adultas, las jóvenes, las mas chicas, las larvas y los huevos. Esto tendría que ser sin dejar nada vivo porque sino se volverían a reproducir constituyendo una permanente amenaza. Pero tenía una contra, y era que, con el tiempo todas las hormigas coloradas se irían muriendo por el ácido que las negras llevan en su cuerpo. Y, finalmente terminarían muertas todas, las negras y las coloradas, las primeras por ser tragadas y las segundas por ser tragonas.


No serviría para nada y tanto la vida como la cueva serían desperdiciadas.


Orate, al mismo tiempo que hablaba, lo hacía con tanta vehemencia y fundamento que tuvo que escucharse como lo hacía cuando se encontraba solo frente a la hoguera.


Era la primera vez que estaba hablando con alguien que no fuera consigo.






Habrían muchos detalles que agregar al relato de este último sueño. Pero se comenta que cuando despertó, sintió un hormigueo desde la cabeza hasta los pies.






A partir de entonces cambió por completo su manera de convivir. Se hizo sociable, conversador y hasta se lo acostumbra a ver cantar y reir con los demás.

martes, 10 de enero de 2012

SUEÑOS DE ESTRELLAS

Era inquieto y curioso como todo los niños suelen serlo.
Iba y venía. Corría. Miraba. Jugaba. Preguntaba.


Estaba anocheciendo...


Tomó una silla para poder ver el cielo desde la ventana. Imponente. Majestuoso.


Entonces lo recorrió con sus ojitos. Intentó contar las estrellas como todos suelen hacerlo una vez al menos. Y como  suele pasar, nunca sabía donde era que había empezado a contarlas.


Y como estaba tan oscuro pudo ver algunas de esas que se las llama fugaces.  Esas que caen a la tierra para llevarse pedidos de deseos o para traer mensajes.






¿Papá que son esas?
-estrellas, hijito.....son estrellas










Luego en su ansiosa búsqueda no pudo evitar encontrarse con la luna, que casualmente estaba redonda redondísima.....llena  llenísima. Reflejando un gran brillo e intrigantes figuras. Hermosa! Atrapante!


Se quedó impactado por el bello y seductor rostro de la Luna. Se quedó como pensando.






¿Papá y eso que es?
Es la Luna,hijo.....es la Luna










Junto al respeto que inspira el Cielo, se sumó el silencio de la sensación de pequeñez que ingresó como espíritu en el pequeño curioso. Ansioso, ávido de saber y de poseer a todo el Universo si pudiera.


Empostó la voz de manera grave y exclamó convencido..






¡Papá! ¡quiero la Luna!




-¿que? ¿hijo que?






El papá, que estaba absorvido por sus papeles y asuntos. Comenzó a concentrarse mas en el reclamo, porque notó  que iba en serio. 
Entonces le respondió en tono firme...




-no se puede hijito, la luna es de todos....


pero el nene insistió y fue aumentando su tono en el reclamo, con tal pasión que ya era de modo caprichoso e irrenunciable....


¡quiero la Luna!         ¡quiero la lunaaa!






Pasó un largo rato y el niño no podía dormir por su deseo,  continuando parado en la silla y mirando jpor la ventana.....insistió e insistió.






Entonces el papá, paciente y  resignado, se puso el abrigo y salió por la puerta de calle, yéndose por largo rato.






El niño se quedó parado en la silla con sus coditos apoyados en el borde de la ventana y mirando hacia el cielo. El cual se oscureció de golpe y se apagaron todas las estrellas.






Luego regresó el papá abriendo  la puerta y diciéndole....¿querías la Luna? ¡acá tenés la Luna!






El chiquito estiró los bracitos y la tomó entre sus manos temblorosas por la emoción. Con las cuales la acarició con ternura y luego exclamó...






¿esta es la Luna?






Luego se la devolvió a su padre muy conforme y sin hacer nuevos reclamos.






Miró otra vez por la ventana apoyado en sus coditos, viendo entonces como era que el Cielo se iluminaba otra vez. 


Quizo intentar contar  otra vez a las estrellas pero el sueño lo venció.




Se acostó alli cerquita para dormir tranquilo. Su papá lo arropó.




La luna allí quedó.






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Tal vez a los sueños haya que dejarlos en el lugar en que se encuentran.